Reino de las montañas Altai

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martes, 26 de marzo de 2013

Mont Blanc (4.810 m). Tragedia y victoria.


El Mont Blanc (4.810 m), el sueño alpino de los que trepábamos por sierras y riscos desde jóvenes. Qué lejano me parecía cuando recorría en solitario las lomas de Sierra Nevada soñando con llegar algún día, un poco más alto.

Y ese buen día llegó. En compañía de mi buen amigo Jorge emprendimos con ilusión la marcha hacia la montaña. Habíamos decido escalar la ruta de los cuatromiles, por lo que rápidamente cogimos el teleférico que asciende hasta al Aiguille du Midi, camino de Valle Blanco.

Aiguille du Gouter desde el puente camino de la Aiguille du Midi
Afilada arista camino de Valle Blanco
Mont Blanc (4.810 m)
Las Grandes Jorasses

Corría el verano de 2008, nefasto en esta montaña. Toda la tarde anterior al ataque a cumbre había estado nevando y soplando fuertes vientos que nos mantuvieron dentro de las tiendas con la incertidumbre de saber qué ocurriría al día siguiente. Aquello, junto con las nevadas copiosas que se habían producido los días anteriores nos hicieron decidir no salir aquella madrugada por miedo a posibles aludes. Tal vez la suerte estuviera de nuestro lado. Aquella madrugada, alrededor de las 3 a.m. se produjo una avalancha en la cara norte del Tacul, la cual, a esas horas, debíamos estar escalando. Ocho personas jamás regresarían de aquella gélida noche.

Amanece sobre el glaciar de Valle Blanco
Tras proceder a las labores de rescate, la gendarmería de montaña francesa cerró la vía de ascenso al Mont Blanc por aquella ruta por peligro de otros posible aludes. Tocaba retirada...

De vuelta a la Aiguille du Midi
Jorge y yo, en compañía de otro dos compañeros y amigos, marchamos a los alpes italianos en la región de Cervinia para tantear otros cuatromiles de la zona. Así escalaríamos el Breithorn (4.164 m) bajo una densa niebla que no nos permitió admirar las regulares líneas del Cervino.

Cima del Breithorn (4.164 m)
Descendiendo del Breithorn, en un claro en la niebla
Vistas camino del Lago Blanco

Al día siguiente Jorge y yo decidimos dar una vuelta por Lago Blanco y contemplar desde allí el macizo del Mont Blanc, mantenido así la alcimatación por si al final decidíamos atacar de nuevo el coloso aplino.


Lago Blanco. Al fondo, el macizo del Mont Blanc

Tras regresar a Chamonix le propuse a Jorge escalar el Mont Blanc por la vía de Gouter, vía con menos riesgo de avalanchas, en un último intento desesperado por escalar esta bonita montaña. Jorge ya había perdido interés en la cumbre, pero como buen montañero y amigo, decidió acompañarme hasta la Aiguille du Gouter y compartir así el peso de tienda y material. Gracias amigo...

Escalando la Aiguille du Gouter
Tiendas sobre la Aiguille du Gouter. Preparando el ataque a cumbre.
Temprano, sobre las 2 a.m. me preparé para el asalto definitivo a cumbre. Fue en aquellos momentos en los que me di cuenta de la buena aclimatación que llevábamos, fruto de haber dormido en Valle Blanco y haber estado pateando todos aquellos días por encima de 3.000 m. Con ilusión y determinación fui adelantando todas las cordadas que encontré a mi paso, haciendo frente al terrible frío de aquella madrugada.

Finalmente accedía a la arista cimera, delgada y afilada dejando a ambos lados patios de muchos centenares de metros. Y así, en un día espléndido, en el que tan sólo el ruido de mis crampones ganándole terreno poco a poco a aquella enorme arista, rompía el silencio del amanecer, alcancé la cima de Mont Blanc minutos antes de la salida del sol, y en completa soledad. Sin duda en esta montaña, todo un lujo...


Cima solitaria del Mont Blanc...
4.810 metros... Para mí, que no contaba más que con unas cuantas invernales en Sierra Nevada, fue una experiencia única. Y aquellos minutos solo en la cima, observando el enorme mundo que se abría allá abajo, con el puro y frío aire golpeando en mi cara y las primeras luces del día comenzando a nacer en aquella enorme paleta de tonos grisáceos, cianes y violetas, han quedado grabados en mi memoria como si ahora mismo, al cerrar los ojos, pudiera sentir el mismo frío en mi cara, y el susurro del viento al amanecer...

Cima del Mont Blanc (4.810 m) al amanecer
Cima del Mont Blanc

Las primeras cordadas se marchaban ya, cosa que era incapaz de comprender, cuando la sinfonía de sombras y colores comenzaba a surgir en todo su esplendor.

Cumbre del Mont Blanc (4.810 m) proyectando su sombra en los cielos de poniente.

Pero yo también debía pensar en regresar camino de las tiendas y reunirme con Jorge. Nos esperaba un duro descenso por la Aiguille du Gouter.

Tre-la-Tete y Aiguille des Glaciers desde Mont Blanc
De vuelta hacia la Aiguille du Gouter con el Mont Blanc al fondo
Aiguille de Bionnassay bajando hacia la Aiguille du Gouter

Ya desde la carretera, no sin nostalgia, volvimos la mirada por última vez en este viaje a la montaña que nos había unido, y que tan buenas experiencias, difícil de olvidar, nos había brindado...

Mont Blanc al atardecer

Por delante, aún 1.700 km por recorrer, de vuelta a casa...

Podéis ver el reportaje completo en el siguiente link.



Miguel Navarrete
Beirut, marzo de 2013



3 comentarios:

  1. Muy buena redacción, compañero.
    Me alegro, por nosotros, de que te hayas lanzado a trabajar el blog.
    Me ha parecido espectacular el cono de sombra del Monte Blanco al amanecer.

    Salud.

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  2. Que sorpresa me he llevado al descubrir tu blog esta mañana Miguel!!! LLevo algún tiempo desconectado del foro y me ha dado por meterme hoy y ZAS!

    Llevo un rato bicheándolo y me encanta! Aquí tienes un seguidor y espero que lo llenes de contenido poco a poco. Eso significará que seguimos a pie de vía!

    Un abrazo socio!

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  3. Gracias Fran. Para mí esa foto es de las mejores. Fue todo un lujo poder contemplar aquello...

    David!! A ver si es verdad y me pongo, que tengo aún mucho que subir, y empiezo a tener proyectos en mente para futuras expediciones, por supuesto!

    Un abrazo!

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