Reino de las montañas Altai

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lunes, 20 de julio de 2015

Moçambique II. Despedida de la vida africana.



Los meses transcurrieron sin pausa, aunque también sin prisa. Y con el calor llegaron las lluvias, y el verano húmedo se instaló silenciosamente. El mato se vistió de verde y fui, como muchas tardes, a ver el viejo baobab que se alza en la carretera que discurre camino a Massingir.





En casa la vida seguía tranquila, tal vez demasiado, y el aumento de humedad trajo las hordas de mosquitos que, una vez se ponía el sol, eran totalmente implacables. Poco más que hacer fuera de la mosquitera.





Aún así, fueron algunas noches las que desafiamos ese ataque casi invisible, entre paseos por los barrios periféricos y cervezas varias... Cae la noche en Chókwè.






Muchos fueron los fines de semana que marchaba a la capital, Maputo, buscando un mínimo de vida social, una distinta gastronomía, algún lugar donde poder sentarme tranquilamente por la noche y escribir. De camino, era muchas veces parada obligatoria el mercado de fruta de Macia.





Ya en Maputo, es visita obligada la antigua estación de ferrocarriles que, inevitablemente, te transporta a otra época.






Y por qué no, si tienes la oportunidad de hacer algún viaje, no te lo vas a negar. Sudáfrica no queda tan lejos, y el Parque Kruger está aún más cerca...















 Y mientras tanto, seguimos con el trabajo, seguimos con las comunidades, seguimos adelante.




Aún así, vivir en África rural requiere unos mínimos sin los cuales, la vida puede hacerse un tanto cuesta arriba. Yo no tuve esos mínimos y, también debido a eso, tuve la oportunidad de vivir una vida africana bastante real. Mezclarme con la población, vivir como ellos vivían, utilizar su "transporte público" cada vez que quería desplazarme, prescindir de tantas y tantas necesidades aprendidas en el mundo del que venía y darme cuenta de lo poco que realmente es necesario para tener una vida digna y, por qué no, completa.

Demasiado pronto terminó aquel periplo africano, pero no descarto volver al continente negro. Mucho aprendí en él, y mucho queda aún por descubrir.




Miguel Navarrete
Julio del año 2015