Reino de las montañas Altai

Reino de las montañas Altai

lunes, 28 de agosto de 2017

Algunas reseñas sobre "La llama de Pokhara"



Hacía tiempo que quería incluir en el blog alguna entrada referente a lo que fue otro de mis grandes proyectos personales. Algo que llevaba dando vueltas en mi cabeza muchos años ya.

No recuerdo con exactitud el momento, pero debía ser otoño de 2008 ó 2009. Siempre que he vivido en hogares distintos, he llevado conmigo muchos libros y algunos cuadernos que, a modo de diarios personales, escribí durante mi juventud. Creo que una noche me senté a la luz de mi flexo y comencé a releer todo cuanto en estos últimos había escrito. Aún estaba muy lejos de ser un proyecto real, y muchas experiencias completamente nuevas que cambiarían el prisma con el que observaba la realidad esperaban aún a la vuelta de la esquina, pero recuerdo que pensé: "quiero compartir parte de estas reflexiones con los demás". No sería sin embargo hasta aquellos años libaneses cuando, al fin, me sentaría frente a mi portátil dispuesto a hacer realidad este proyecto.

Y así fue como, finalmente, en diciembre del año 2015, "La llama de Pokhara" vio la luz...




Básicamente, esta novela fue el intento por compartir tantas cosas escritas y casi gritadas al papel de esos cuadernos de juventud; un intento por dar vida a esos pensamientos que inundaron aquellos convulsos años interiores. Se hizo esperar mucho, cierto es, pero supongo que el aprendizaje y las vivencias que me depararon mis últimos años de cooperación internacional fueron la mecha que prendió la pólvora. Un trabajo destilado día a día, mes a mes, año a año, escrito sin prisa pero con enorme ilusión.


(Entrevista realizada antes de la presentación del libro en La República de las Letras, Córdoba)


Dejo por aquí algunas de las palabras que se encierran en sus páginas, acompañadas de lugares que, de alguna manera, sirvieron de inspiración en aquellas noches de escritura.
































Si alguno que lea estas palabras está interesado, puede conseguir el libro en la web de la misma editorial Libros.com aquí, o a través de distribuidores on-line. Aquí el enlace a Amazon.

Un saludo a todos.

Sevilla, agosto de 2017



jueves, 3 de agosto de 2017

Georgia - Kazbek (5.047 m)



La primera vez que visité Cáucasos fue en 2009, junto a los grandes Jesús y Memé, con quienes tuve el placer de escalar el Elbrus (5.642 m). Recuerdo como en aquellos días me dije: "tengo que volver algún día a esta cordillera".

8 años después, y acompañado de la gitanilla valiente, aterrizamos en Tiblisi, Georgia, para intentar escalar el Kazbek (5.047 m) y recorrer el alucinante país caucásico. Empleamos los primeros días disfrutando de la enorme vida y energía que desprende la bonita capital...




Allí vuelvo a encontrar el delicioso kvas, que me trae muy bonitos recuerdos de aquella primera incursión por tierras rusas, en la vertiente norte de esta cordillera.


Seguimos recorriendo la ciudad, disfrutando cada rincón.





La catedral de Tiblisi, perfecto ejemplo de simetría geométrica...







Cae la noche y nos disponemos a degustar la genial gastronomía local y los buenos vinos georgianos.


Alucinando con los primeros kachapuli...


El centro de la capital, con la fortaleza dominando la ciudadela.


Al día siguiente, seguimos recorriendo barrios y rincones de la ciudad, antes de comenzar la expedición al Kazbek.


Una panorámica desde la fortaleza.


La mezquita azul, junto a los baños de azufre.



Más rincones...


Pasa el tiempo, acercando la noche.




Al día siguiente, por la mañana, comenzamos a recorrer la emblemática carretera militar georgiana, que une Tiblisi en Georgia con Vladikavkaz (Rusia) a través de los Cáucasos, camino de la región de Kazbegi. Allí, pasaremos la noche en el pequeño pueblo de Stepantsminda, a los pies del macizo del Kazbek.



A la mañana siguiente, el tiempo claro y estable nos permite ver por primera vez nuestro objetivo. El Kazbek (5.047 m) se alza imponente sobre las laderas colindantes...



Tras reunir todo el material necesario para los próximos días, comenzamos finalmente el trekking de aproximación al campo base, situado a 3.600 m.


Pesados mochilones...



Vamos ganando altura, dando vistas ya al glaciar de Gergeti, del cual nacen helados torrentes que tendremos que atravesar.





Seguimos hacia nuestro objetivo...


Llegamos al glaciar y nos disponemos a cruzarlo camino de las morrenas laterales donde se encuentra el emplazamiento del CB.



Finalmente, tras 10 horas de aproximación alcanzamos el CB. Montamos la tienda y nos disponemos a descansar un poco, antes de disfrutar de una abundante cena.


Vistas desde el CB...



A la mañana siguiente nos levantamos sin prisas pero concienciados, pues toca día de aclimatación realizando una punta a 4.000 m. Será la primera vez que la gitanilla valiente alcance esa cota, pero las sensaciones no pueden ser mejores. Todo marcha a la perfección. 


Bueno, todo no. Esa tarde el tiempo es muy inestable y el viento azota en cotas altas. Durante la cena, nos dicen que los partes meteorológicos dan un tiempo bastante malo para el día siguiente, con fuertes vientos y nubes en cumbre. Estamos solos, y no sé si podré orientarme bien de noche a través del laberinto de las morrenas camino del plató glaciar, pero a las 1:30 am, tras un breve desayuno, nos equipamos con todo el material y salimos decididos a intentar la cumbre. Nada más empezar a caminar, una nevada nos envía los peores presagios... Aún así, seguimos con ilusión, esperando un cambio de tiempo al amanecer. Este nos coge ya una vez remontadas las primeras pendientes del enorme plató del Kazbek, donde nos detenemos para encordarnos y tomar un poco de té caliente. El viento no deja de aullar por todos lados y la sensación térmica se desploma por momentos, nada más pararte un segundo.



Disfrutamos durante unos minutos de los escasos rayos de sol que nos acompañarán hoy, en pleno ascenso a la cumbre.




En una mirada atrás contemplamos el enorme frente que se avecina, empujado por los poderosos vientos que no dejan de machacarnos.




Seguimos nuestro avance, cruzando enormes grietas, adelantando cordadas...


Es en ese momento cuando alcanzamos el nivel de las nubes y la ventisca nos envuelve. Estamos además en cara norte, y el último ascenso lo realizamos por hielo azul cubierto de una ligera capa de nieve. Llevamos tornillos de hielo pero nos vemos seguros para progresar rápidamente sin utilizarlos.



Finalmente, y sin ninguna visibilidad, alcanzamos la cumbre del Kazbek, a 5.047 m, mientras la nieve cae sobre nosotros. Enhorabuena gitanilla, conseguiste tu primer cincomil y además, peleándolo en condiciones extremas.



Desde cumbre, enviamos un afectuoso saludo a todos los amigos Ytantos.


Rápidamente, y sin poder disfrutar mucho de la cumbre, iniciamos el descenso pues la ventisca borra la leve huella que hemos dejado en el hielo, y las cordadas que venían por detrás de nosotros no aparecen. Si se han retirado y perdemos la huella por el gran plató, podemos complicarnos la vida con las grietas.







Una vez de vuelta en las morrenas, el tiempo mejora y descendemos tranquilamente al campo base, con la cumbre en la mochila.


Al día siguiente, recogemos todo el material y nos disponemos a volver a Stepantsminda, donde un transfer nos llevará esa misma tarde a Tiblisi. De nuevo, realizamos el cruce del glaciar camino del valle.




Os dejo por aquí un resumen de la historia un poco más en vivo:


De vuelta a Tiblisi, los paisajes no dejan de sorprendernos.


Tras regresar a la capital disfrutamos de un día de descanso antes de proseguir nuestra aventura caucásica.



Y como no, volvemos a disfrutar de la gastronomía local...


Al día siguiente toca un largo día de carretera, discurriendo en marshrutka desde Tiblisi hasta Zugdidi, y de allí, a últimas horas de la tarde, hasta Mestia, en la remota región de Svaneti. Tras pasar la noche, la mañana despierta con muchas nubes y amenaza de lluvia. Aún así, nos preparamos y nos vamos a dar un pateo por los alrededores, rodeados de frondosos bosques de abetos, pinos y robles.






Por la tarde el tiempo mejora y damos un paseo por el bonito pueblo de Mestia, lleno de torres Svan.





Montañones enormes por todos lados...


Y de nuevo, a disfrutar de la gastronomía de la zona...




Los pronósticos de tiempo dan una ligera mejoría para la mañana siguiente, por lo que decidimos cargar con todas nuestras cosas y recorrer el trekking que une los pueblos de Mestia y Mazeri, a través del paso de Guli. Sin conocer la senda y con muy poca señalización, salimos temprano en la mañana aprovechando que el sol brilla de momento.



Al llegar a las zonas de pastos supralpinos las nubes vuelven a hacer presencia, pero no nos molestarán en todo el día. Un pena, sin duda, que vuelvan a ocultar parcialmente el magnífico escenario que son los grandes Cáucasos...






Cruzando torrentes y restos de neveros...






La señalización en muchos tramos es inapreciable. Perdemos el camino pero en lugar de retroceder, nos orientamos hacia el paso de Guli y, campo través, ascendemos las últimas y exigentes pendientes.



Finalmente, a 2.900 m y tras 1.500 m de desnivel positivo, alcanzamos el paso en el que descansamos un poco, con vistas al todopoderoso Ushba (4.700 m), una de las montañas más aisladas y complejas de Cáucasos.



Proseguimos el descenso por la vertiente opuesta camino de Mazeri. El tiempo empeora por momentos y no queremos que se haga muy tarde.





Contentos por la ruta realizada, conseguimos que un "taxi" nos lleve de nuevo a Mestia, pues no distan más de 24 km entre ambas localidades y Mazeri ofrece poco que hacer... Tras una suculenta cena, nos vamos a la cama dispuestos a regresar al día siguiente a Tiblisi, de nuevo, en un interminable día de marstrutkas...

Ya en la capital, disfrutamos de nuestros últimos días por el país, visitando la cercana Mtskheta y recorriendo de nuevo más barrios de la bonita capital georgiana. Dejo aquí algunos disparos...

















Sin duda, un país alucinante por descubrir, pues muchas regiones se nos quedaron en el tintero. No importará volver, pues.

Viaje realizado en julio de 2017.




Miguel Navarrete
Agosto de 2017